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No hay nada más engañoso que lo que encierra esa frase: el tiempo todo lo cura. No amigues no, el tiempo no es el que cura, es el permitirse estar en la tristeza.

Un poco de contexto no hace daño a nadie…

Parece ser que hoy en día permitirse sentir emociones tan básicas pero a la vez tan complejas y desagradables como la tristeza “no está permitido”. 

  • No está permitido porque nos apagan, nos invitan a estar en soledad, en búsqueda de introspección. A desconectar y parar del ir y venir del mundo. Parar de este mundo la hiper-productivo y exigente en el que nos encontramos inmersos. 
  • No está permitido que en esos momentos rindas menos, dediques más tiempo a tareas sencillas o solo desees apagar la luz y descansar.

¿Te ha pasado alguna vez que no tenías ganas de hace un plan, ir a trabajar o simplemente salir a la calle? Pues lo más probable es que estuvieras triste y seguramente te obligases a hacer algo “porque no me puedo permitir estar así”

Estar en la tristeza hoy en día es un lujo

Vivir nuestras emociones y permitírnoslas sentir es un lujo. Es un lujo mayor que comprarse incluso el último modelo de móvil que acaba de salir.

Pero, sobre todo estar triste. Porque estar triste implica parar, no querer hacer nada. Transformarte en un ovillo con la manta mientras lloras, escuchas música, ves una película, una serie o simplemente lees un libro. Porque estar triste implica mirar hacia nuestro interior. Y, mirar hacia nuestro interior es una experiencia que da miedo. Nos da miedo descubrir que podemos estar tristes.

Nos da miedo descubrir que estamos tristes porque, tal vez, una persona a la cual teníamos aprecio, nos ha decepcionado, porque hemos pagado con quién no teníamos que pagar nuestro cabreo o simplemente hemos acabado una relación en la que había muchos recuerdos y emociones vivido juntos.

Pero estar triste es un lujo que no todos se pueden permitir. En un sistema capitalista que promueve que nos estemos movimiento continuamente, seamos hiperproductivos, no podemos parar, ni encontrarnos mal. Tenemos que “seguir hacia delante” y ya veremos cómo salimos de este “seguir.”

No obstante, ya no es un lujo solo por esto. También lo es, porque estar triste es “caro”. En el sentido, que en ocasiones debemos parar de trabajar para poder gestionar esta emoción o producir menos y eso hoy en día se traduce en un coste económico.

Nuestras emociones han pasado a tener precio.

Entendiendo la tristeza

Existen muchos mitos acerca de esta emoción. Sin embargo, empezaremos hablando de uno que se atribuye a todas las emociones en sí para seguir desmitificando a la tristeza.

Deja de utilizar el término emociones negativas

No existen emociones negativas o positivas. Existen emocionas agradables y desagradables. Todas las emociones son válidas y cumplen una función. 

Las emociones son respuestas fisiológicas que surgen a raíz de un estímulo que ha sucedido en nuestro entorno y al cual respondemos. Cada emoción tiene su función propia. Y, por tanto, ninguna tiene mayor o menos relevancia. Todas por igual. Aprender a aceptar, validar, acoger y gestionar nuestras emociones no es un camino sencillo pero se puede hacer. Si sientes que tus emociones están ahí pero no las entiendes o necesitas un cable con ellas, puedes ponerte en contacto con nosotras, te tendemos la mano para ello.

“Si estoy triste soy una persona depresiva”

Nada más lejos de la realidad. La tristeza es una emoción con una función y un mensaje muy valioso.

La depresión por su parte es un trastorno del estado de ánimo. Pero estar triste y deprimido no son sinónimos. En la depresión, aparece la tristeza como un síntoma, pero no es indicativo de padecer depresión. Es decir, en este trastorno, tal y como se le llama en el DSM V, aparecen una serie de síntomas más allá de la propia tristeza.

¡Ah! Y que no se te olvide. Tener depresión no es lo sinónimo de dejar de ser funcional.

Una persona con depresión también puede trabajar, salir a la calle, quedar con sus amigos, practicar deporte. Simplemente, sus ritmos son diferentes a los de otra persona que pueda encontrarse en otro estado emocional. Pero no es una persona invalida que no pueda hacer nada con su vida. Que no te vendan una moto que no es. 

La tristeza va más allá de apagarnos

Es cierto que la tristeza es una emoción que nos invita al descanso. A estar en soledad, y tal vez a tener menos hagas de hacer actividades. Esto es así, porque nos invita a realizar introspección. Es decir, a explorarnos, a autoconocernos. Darnos cuenta de sí esto me hace estar así es porque algo importante ha sucedido y merece darle la pena una vuelta y cierto valor. Porque tal vez, me esté diciendo que X (ya sea persona, objeto, contexto, trabajo, animal, etc) me importaba y por tanto me afecta que haya cambiado la situación.

Sentir tristeza es lo peor que te puede pasar

Mira no. Sentir tristeza es lo mejor que te puede pasar. Es un indicativo de que tienes salud. Obviamente, no va a producir las mismas sensaciones químicas que nos traen emociones cómo la alegría o el amor, pero sentir tristeza quiere decir que sientes y no eres un mero peón.

En la tristeza también hay color

Solemos atribuir la tristeza con colores apagados y oscuros cómo el azul ultramar, azul oscuro, negro o incluso gris. Esto es así porque vemos la tristeza como una emoción oscura, un pozo sin fondo donde no hay luz. Sin embargo, puede tener muchos otros colores.

Numerosos artistas, a lo largo de su carrera, han creado obras relacionadas con la tristeza. Y, claro que podemos ver colores de tonalidades azules y oscuras, pero también hay otros colores acompañando estas obras. Por ejemplo, Edvard Munch, decidió expresar este tipo de emociones desagradables, entre ellas la tristeza, porque consideraba que también son necesarias de expresar y mostrar en el arte.

La tristeza necesita su espacio y tiempo

A diferencia de otras emociones como la alegría o el asco que tienen una duración corta, la tristeza no. Es una emoción intensa y que necesita tiempo para poder ser gestionada, expresada y sentida. Por ello, es importante darle el espacio que necesita.

Conclusión

Por último, te mandamos este mensaje: permítete sentir tus emociones. Ya sean agradables o desagradables. Todas son validas. Pero, si sientes que alguna de ellas te está sobrepasando no dudes en ponerte en contacto con nosotras. Te ayudaremos a darle el espacio que necesita.

 

Escrito por: Leyre Villelga Márquez, Psicóloga especializada en Neuropsicología Clínica y Neuromarketing. Experta en Duelo. Terapeuta Psicoexpresiva. 

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