En muchas ocasiones parece que un ente superior e intangible ha premarcado como va a ser nuestra vida, nuestro camino.
Pensamos que son los padres, pero no, ellos también han estado guiados por ese ser intangible y etéreo que les decía qué es lo que debían hacer.
Echemos una vista camino atrás
Hace varios años, cuando Internet “no existía” para el común de los mortales, todos los niños del territorio español jugábamos a la vez a los mismos juegos… no sabíamos el motivo. Pero de pronto estaban de moda las tabas. Sin embargo, al cabo de unas semanas llevar tabas no molaba; ahora tenías que llevar canicas, que irremediablemente iban a ser sustituidas por la peonza, o la comba, o la goma… a saber…
Ese «ente superior» guiaba nuestros juegos infantiles y todos como sumisos devotos del juego guardábamos el juego demodé y nos uníamos a la tendencia imperante… no éramos libres para escoger el anterior, ya que nadie lo llevaba en su mochila entre el material escolar.
De esta manera, sin saberlo, además de jugar, estábamos a la vez entrenando para la vida adulta. Para recorrer ese camino de baldosas amarillas que apareció en nuestra vida y que había que seguir sí o sí…
Pero, ¿qué ocurre cuando ese camino no se ajusta a mí?
Pues bien, ocurre que:
- Si me adapto siento insatisfacción.
- Pero si me salgo del camino me siento sola, triste, angustiada, con incomodidad.
Es decir, se siente un malestar indefinido que no se puede nombrar con “enfermedad” pero que tampoco se puede llamar “salud”.
Es por ello que la sensación de indefensión, de que actúes como actúes, todo va a seguir igual, es tan inmensa que ocupa gran parte de tu atención y absorbe tu energía…
Sentirse sin fuerzas, desganada, forzarse a practicar actividades que parecía que te gustaban…
Por otro lado, esta presente la sensación de querer gritar para pedir ayuda. Pero no lo haces porque siempre hay voces que gritan más que tú que te están diciendo que eres una privilegiada por trabajar en lo que has elegido, que hay gente que esta peor que tú, que no tienes derecho a quejarte…
Y, a veces, hasta te lo crees…
A veces, hasta sientes que eres una exagerada porque fíjate: tienes todo lo que ese camino de baldosas amarillas te ha dicho que tenías que cumplir; además de insatisfacción, pero ¡no pasa nada! ¿Sabes por qué?Porque «puedes con todo»
Y si cambiamos de camino
En efecto, no va a ser fácil, nadie dijo qué lo fuese. Puede provocar dolor, pero paso a paso te vas alejando
Por ello, salgámonos de la norma, reivindiquemos nuestros derechos, expliquemos nuestro malestar y coloquemos las responsabilidades donde han de colocarse.
En un sistema que busca la individualidad, el separar: busca tu red de apoyo, observa desde otro punto, salte del camino, prueba, experimenta…
Te aseguramos que no vas a estar sola
El cambio puede ser incómodo, nos va a pedir activación, energía pero salir de la norma te va a hacer mirar desde otros puntos de vista.
Miraremos y observaremos desde otra posición y te aseguramos que ahí no te vas a encontrar sola. Hay muchas otras personas que sentimos como tú, y estamos deseando generar una red horizontal donde nos podamos acompañar en nuestro caminar.
Escrito por: Alejandra F. Aladro, Psicóloga con perspectiva feminista, especializada en sistémica e inteligencia emocional.