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 ¿Las emociones huelen? “Huele a verano”, “el olor de la Navidad”… ¿Te suena? Son expresiones que a veces hacemos referencia a hechos determinados que han sucedido en nuestra vida y que se han quedado almacenados en nuestra memoria. Pero… ¿cómo?

Nuestra infancia. Nuestra primera guía de emociones.

Nuestra primera toma de contacto con las emociones, en gran parte, proviene de los olores, aromas, esencias, como queráis llamarlos con los que nos encontramos en nuestra infancia.

Estos olores, que comenzamos a oler y que formarán una guía posterior para nosotros de sensaciones, experiencias y emociones se quedarán grabados en nuestro cerebro junto con un recuerdo.

Así, es el caso por ejemplo, de la primera vez que olemos un protector solar y que cada vez que lo volvamos a percibir, aunque no sea verano, que es la época típica en la que solemos usarlos, siempre nos vendrá el recuerdo de un verano en concreto, de la primera vez que fuimos a la playa, etc.

El poder de los olores en nuestras emociones

Los olores ejercen una gran influencia en nuestras emociones y memoria. Esto es a causa de su organización anatómica en nuestro cerebro. Ya que a excepción del resto de los sentidos, el olfato es el único sistema sensorial que no pasa por el tálamo (nuestro agente se seguridad/estación de relevo como a veces lo llamamos) y se conecta directamente con nuestro sistema límbico e hipocampo.

¿Quiénes son estos?

El sistema límbico es nuestro principal conocedor de emociones mientras que el hipocampo es nuestro almacén de memoria. Ambos están conectados. Esto quiere decir que a la hora de percibir un olor se activan tanto nuestro sistema límbico e hipocampo que puede provocar un recuerdo o emoción en concreto.

Pero, ¿ocurre con todos los olores?

En principio esto debe ocurrir con todos los olores, solo que, algunos se afianzan más en nuestra memoria que otros. Esto es básicamente debido a la intensidad de la emoción que se produjo en ese momento, así como a la experiencia que nos produjeron.

Por ejemplo, hay olores que cuando los volvemos a oler y dejaron huella en nosotros, nos ayudan a traer a la memoria ese momento. En ocasiones, somos capaces de volver a vivirlos con una intensidad similar a la que experimentamos en ese momento.

El cambio de ciudad, empezar la universidad, un viaje importante que nos cambió la vida, el primer hijo…etc.

Los olores ejercen una gran influencia en nuestro estado de ánimo.

Además, un olor tiene tal poder que puede ejercer muchos cambios en nuestro estado de ánimo. Por ejemplo, los olores cítricos como el limón, nos da la sensación de limpieza al estar en una estancia aromatizada de esta manera. Y, olores como la lavanda ayudan a relajarnos después de un largo día de trabajo.

Aunque existe una gran investigación sobre olores que nos producen emociones, es cierto, que aunque haya generalidades, a cada persona le proporciona una serie de sensaciones que pueden ser muy diferentes para cada uno. Al final, esto es como cuando hablamos de que cada uno expresa las emociones de una forma diferente. Cada persona asocia un olor con una sensación.

¿Te atreves a probarlo? Si es así cuéntanos tu experiencia y las sensaciones que te producen algunos olores.

Escrito por: Leyre Villelga Márquez, psicóloga especializada en Neuropsicología Clínica y Neuromarketing.

Bibliografía

Herrera Guzmán, Y., Mendoza López, R., García Barradas, O., Cruz Sánchez, S., y Muñoz Muñiz, O. (2010). El fascinante mundo de los olores. Consultado en 2020.

García Moreno, LM. (1992). Memoria y olfato: Interferencias funcionales.

Jiménez Marín, G. y Elías Zambrano, R. (2018). Marketing sensorial: merchandising a través de las emociones en el punto de venta. Análisis de un caso.