¿Qué es lo normal? O tal vez mejor dicho, ¿qué es lo normativo? En ocasiones utilizamos ambos términos cómo sinónimos pero ¿sabías que no significan lo mismo? Si quieres romper un poco el molde en tu cabeza sigue leyendo porque merece la pena.
¿Normal o normativo? Cuál elegir
En primer lugar, sí echamos un vistazo a lo que nos dice la RAE acerca de estos términos nos encontramos con estas definiciones
Normal |
Normativo |
Dicho de una cosa: que se halla en su estado natural. |
Que fija la norma. |
Habitual u ordinario. |
Perteneciente o relativo a la norma. |
Que sirve de normal o regla. |
Conjunto de normas aplicables a una determinada materia o actividad. |
Dicho de una cosa: que, por su naturaleza, forma o magnitud, se ajusta a ciertas normas fijas de antemano. |
Aunque habitualmente usamos normal como habitual, y normativo aquello que marca la norma. Es por ello que vamos a usarlo de esta manera a partir de este momento.
Pero, antes de continuar, me atrevo a hacerte unas pequeñas preguntas para que vayas reflexionando conforme vas leyendo:
¿Quién establece la norma?
¿Hay algún interés en la creación de esa norma?
Poco a poco vamos a ir descubriendo la respuesta, ahora simplemente, mantenlas presente mientras sigues leyendo.
Las «otras cosas» dentro de lo normativo
Por otro lado, dentro de aquello que es normal y normativo debemos tener claro también dos conceptos que solemos también utilizar muy a la ligera. Pero, que son además muy relevantes en este tema:
Adaptación |
Adaptarse |
Acción y efecto de adaptar o adaptarse. |
Acomodar, ajustar algo a otra cosa. |
Hacer que un objeto o mecanismo desempeñe funciones distintas de aquellas para las que fue construido. |
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Modificar una obra científica, literaria, musical, etc., para que pueda difundirse entre público distinto de aquel al cual iba destinada o darle una forma diferente de la original. |
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Dicho de una persona: acomodarse, avenirse a diversas circunstancias, condiciones, etc |
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Dicho de un ser: acomodarse a las condiciones de su entorno |
Como he comentado, son conceptos fundamentales. Ya que en más ocasiones de las que podemos pensar, hay muchas personas que sufren emocional y físicamente porque no se adaptan a la norma (normatividad) que se ha preestablecido.
Adaptarse o no a lo normativo, no siempre es una elección.
Estamos en una sociedad en la que hay muchas circunstancias que nos indican que estamos fuera de la norma, de lo normativo. Por ejemplo: nuestro físico, nuestra estética, nuestra ideología, los roles de género asignados, nuestro ocio… son alguna de las circunstancias que pueden o no ajustarse a lo normativo.
No obstante, también hay otras situaciones que entran dentro de este grupo. Como por ejemplo, ser una persona con neurodivergencia, con discapacidad o diversidad funcional, personas con enfermedades degenerativas, que hacen que tampoco se encaje en lo normativo.
Pero, ¿quién ha de adaptarse?
Pues desde la mas sincera opinión: nadie ha de adaptarse. ¿Por qué? Por qué si para adaptarse ha de perderse la esencia de quién se es o provoca sentimientos de menos valor entonces estamos ante la normatividad.
Rendirse a lo que se marca socialmente, es caer en las manos de la normatividad perdiendo el propio valor como persona.
Es por ello, que las estructuras sociales y políticas han de trabajar para ofrecer un entorno donde el respeto por el otro sea la base. Y, por ende, se permita que toda persona puede desenvolverse de forma autónoma e independiente.
El estigma vive en lo normativo
Es más, crear un entorno que se adapte a lo habitual, a lo común es un acto de discriminación hacia el resto de las personas que pertenecen a la sociedad y que sienten que no encajan.
Si el entorno es normativo, no ser normativo nos hace sentirnos inválidos, vulnerables, inseguros…
Por ejemplo, cuando alguien que no es normativo (por el motivo que sea) siente esta discriminación, debemos de darnos cuenta que está padeciendo un maltrato estructural y simbólico ante el que no podemos ponernos una venda en los ojos e ignorarlo.
Es necesario que alcemos la voz y pongamos de manifiesto aquellas situaciones en las que cualquier persona siente este maltrato y discriminación.
Todas las personas somos no normativas
Es más, observa desde el punto más objetivo que puedas, y date cuenta que todas las personas poseemos características que nos hacen ser no normativas. Una ideología, un rol de género que no se ajusta a lo estereotipado para ti, una forma de ver u observar el mundo distinta al supuesto común.
No ser normativo no es un problema. Lo que puede causar problemas o incluso comportamientos considerados patológicos es intentar adaptarse a un entorno que no te acepta tal y como eres.
Por ello, lo más importante es observarte, ver tus características y cualidades, aceptarlas y sacarles el máximo partido para conseguir desarrollarte coherentemente con quién eres.
Es tu momento…
Por último, tras haber compartido contigo esta reflexión y sólo si te sientes predispuesta a ello, reflexiona e intenta responder a las preguntas que te he planteado un poquito más arriba.
¿Quién establece la norma?
¿Hay algún interés en la creación de esa norma?
Finalmente, sólo si te apetece, estaríamos encantadas de que compartieses con nosotras tus reflexiones.
Escrito por: Alejandra F. Aladro, Psicóloga con perspectiva feminista, Terapeuta Sistémica y Familiar, experta en Inteligencia Emocional.